En antaño los negocios eran concebidos más por actos de fe y buena voluntad que con bases proyectadas; hoy en día, las empresas se encuentran sustentadas, con mayor frecuencia, en el desarrollo de un plan de negocios y no solo en una idea.
Así, una vez que se ha determinado iniciar un negocio, ya sea de manera individual o de forma colectiva, es fundamental contar con agentes externos a la organización, esto es, los clientes, proveedores y las reglas que se fijen entre cada uno de ellos será una pieza clave en la supervivencia, crecimiento y consolidación.
Dicho de otra manera, no se debe dejar al libre entendimiento, decisión unilateral, buena o mala fe de las partes el cumplimiento de sus respectivas obligaciones, pues el incumplimiento de algunas partes de la maquinaria impediría el cumplimiento de todo el conjunto, por lo que para pactar no sólo los compromisos que asumimos, sino la contraprestación a que nos obligamos o tenemos derecho, se debe señalar de forma clara y concreta en un instrumento jurídico.
¿Qué problemas puedo evitar si cuento con un contrato?
Velo desde este punto de vista, mientras leías los párrafos que anteceden, posiblemente te vinieron vivencias como “este desgraciado me incumplió”, “me robó”, “yo creí …”, “no fue en lo que quedamos…”, “no estaba seguro para cuando lo querían…” “esto no fue lo que pedí…”. Para evitar que esto te suceda o te vuelva a suceder, un soporte jurídico dará certeza sobre el grado y alcance de los compromisos asumidos por cada una de las partes, además de indicar en blanco y negro los términos pactados. En particular, los contratos son un instrumento valioso para las empresas, ya que se definen derechos y obligaciones y dotan de seguridad jurídica a las operaciones realizadas entre los distintos actores involucrados.
El nuevo emprendedor exitoso que ha asumido como cultura empresarial incorporar las herramientas jurídicas que tiene a su disposición para hacer frente a situaciones que involucran a su empresa, e incluso a tomar ventaja de estas en un mercado cambiante e inestable. En concordancia, podemos generar estrategias con esquemas de contratación que abarquen contratos recurrentes de forma dinámica y rentable frente a la operación diaria, mucho más lo costoso que puede resultar no tener la posibilidad de hacer cumplir lo acordado.
Y entonces… ¿sí vale la pena firmar contratos?
¡Por supuesto! Un contrato no es un gasto o una pérdida de tiempo, sino que reduce el impacto económico en diversos sentidos, además que este valor agregado proveerá el soporte necesario que será recompensado en tu cartera, en la imagen y seguridad frente a clientes y proveedores.
En González de Araujo protegemos tu inversión a través de la efectiva documentación de las operaciones, planteando esquemas y soluciones particulares, diseñadas para cada cliente, con el fin que tu negocio sí sea negocio.
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